Los Arctic resuenan en cada rincón de mi habitación.
Tengo pensado escribir algo grande, algo extraordinario, maravilloso, sorprendente, cautivador...
Me he puesto la cintita de los Ferrero Rocher en la cabeza y he subido el volúmen hasta el tope; como si así, de alguna manera sobrenatural, la isnpiración viniese a mi.
Nada. Estoy en blanco.
Os adelanto que lo que trato de escribir es algo relacionado con este Nuevo Año que esta por llegar y que parece, esta presente en cada una de nuestras acciones, estos últimos instantes del 2010.
Quiero hablaros de sueños, de ideales, de metas por conseguir, de sonrisas de sal, y de un mundo mejor; pero desgraciadamente no me sale nada.
Pienso en 31 de diciembre y lo único que se me ocurre es: Champange y brillantina. Superficial, ¿eh?
Cierto. ¿Pero no es eso lo que nos quieren transmitir?
Un mundo en lo que lo importante es tener un Louis Vouitton y unos Loubuotin de 13 cm.
Un mundo en el que farsantes y demás especimenes varios inundan las pantallas de nuestro televisor para contarnos la vida y milagros de un personaje que, menos interesante es todo.
Un mundo mentiroso, falso, material y consumista.
No. Con esto no quiero que cojais y os corteis las venas.
No pretendo con esto dar un discurso catastrofista y inundar el 2011 con pesimismo y desgracia.
Tan solo quiero que os pareis un instante a pensar.
Que recordeis por un isntante las sonrisas, las palabras,los momentos, las situaciones incómodas, las risas tontas, las miradas de complicidad, el cansancio en los huesos, las ganas de echarlo todo a perder, las caidas en el camino y esa mano que te hizo levantarte.
Ese inigualable 2010.