viernes, 3 de agosto de 2012

Que nos señalen con el dedo al pasar.


Yo quiero noches en vela, tu nombre en las escaleras.
Noches de frio y calor. Noches de soles que nacen alrededor.
Noches de sonrisas tristes, de caricias cómplices de aquel beso que nos unió.
Quiero risas de madrugada, mañanas de puro apagón.
Esmalte de uñas del roto, escondernos tras el colchón.
Miradas de esas que matan, al son de Pereza y ron. 





viernes, 20 de julio de 2012

C. de Cambio, de Catástrofe, de Casa.

Llegó el día. Esperado pero no anhelado. Acechando sigiloso tras la puerta de la habitación. Por las calles, los rincones, los pliegues de las sábanas, los pies de página, la sonrisa anhelada. El día en el que las teclas imprecisas de este cacharro al que algunos llaman progreso, no sirven para hablar. Ya no dicen nada, ya no queda nada. Sentimientos fluyen, van y vienen, bailan, sonríen, se enfurecen. Pero aquí, en las frías letras de tinta simulada, de tinta Times New Roman o Arial Black imaginada; aquí, en la pantalla fluorescente, las palabras se tornan inciertas. Mis dedos se acostumbran al sigilo de las teclas, su sonido procesante, de máquina de escribir moderna. Pero no, ya no es lo mismo, ya no queda nada.
Esa voz que suena a sonrisa, esa mirada que torna a risa, ese tímido llorar en momentos como aquel. Esas cosas las perdimos hace tiempo. Y la culpa la tiene eso a lo que nuestros abuelos llaman Internese. ''En mis tiempos... '' Sí, en tus tiempos, abuela. En tus tiempos a pesar de la míseria exterior, había riqueza interior.
No como ahora, que parece que ese rol lo hemos invertido, llevándolo al extremo del absurdo innecesario.
Me indigno, me frustro, me fumo un cigarro, y vuelta a empezar. Blandiendo batallas contra muros de papel.
Papel el de las páginas que gasto contando a ese alguien que quizás nunca me escuche las contiendas.                



No hablo de Dios, no, que va, de Dios sólo me acuerdo en momentos de desesperanza o alegría máxima.
Y bueno, que más da, al menos lo confieso, me muestro tal que así, transparente y frágil.
Con manías, no demasiadas, y defectos varios propios de el ser humano que soy. Y que más da.
Si no nos queda nada, más que seguir luchando contra la superficie que no nos deja llegar al fondo.
Pero en tus ojos veo amor. Y eso no es poco.
Quédate conmigo un rato más, que el verano se hace corto y las noches demasiado largas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Palabras, que el viento no se lleva.

Revuelvo entre mis cosas en busca de un  pequeño cuadernito de notas ya casi olvidado. Lo encuentro, lo abro y busco ansiosa aquel texto que prometi algun día dedicar. 
Va por una pequeña pero gran personita. Por que muchas veces, lo pequeño, es grandioso; porque sabemos de sobra, que detrás de todo eso que parecemos, hay cosas asombrosas, increibles. 
Se lo dedico, porque, a pesar de todos esos malos encontronazos y enfados, la amistad  y las ganas de vivir, han ganado.
Izaskun, anda, va por ti. 



''Como Neruda bien dijo un día, es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Hace ya más de seis meses que me es imposible deslizar una pluma sobre una hoja de lo que antes era un árbol, vivo y fuerte; noble, robusto. Hace ya demasiado tiempo que las palabras me las robó el viento y las lágrimas el mar, que mi sonrisa se la guardó el sol en el bolsillo, y mi voz, ay de mi voz. Ya no afloran a mis labios palabras dignas de ser escritas sobre papel, no, ya no.
Es como si parte de mi se hubiera
marchitado; como si parte de mi hubiera muerto. Como si un vil pillo me hubiera robado la inspiración y se la hubiera llevado lejos, muy lejos.
Hace ya quizá demasiado, que de mis labios no brota ni florece una sonrisa, y al compás del baile de mi boca, mis ojos lloran de emoción.
Perdí la capacidad de admirarme por lo bello, y no sólo por lo bello, no; sino por lo que aparentemente no lo es; por todas esas pequeñas e insignificantes cosas que dan sentido a esta existencia tan absurda. No encuentro culpable al que acusar de mi pena; así que simplemente me limitaré a echarle la culpa al tiempo. 
Pues oí a un viejo sabio decir que ''El tiempo, no nos hace más sabios; tan sólo más cobardes.''






jueves, 26 de abril de 2012

Ein nicht so unerreichbares Traum.


Es war kalt, bitterkalt; ziemlich kalt. Ein unerklärbares Instinkt flüsterte ihr ins Ohr ihm zu berühren. Aber sie konnte doch nicht; sie, in irgendwelche Art und Weise, ''dürfte'' nicht. Tiefer Atem und der Rauschen und Murmeln des Windes gegen die Baumblättern; war den Soundtrack dieses Moment. Ihre Hand berührte das Gras, langsam, streichelnd, wie verschlafen. Es war ein gemütliches Herbst Abend, sanft; berührend.
Plötzlich, etwas, seine dunlkle, raue, sanfte Stimme brach das Eis.
''Schau mir Mal an, Du.'' flüsterte er; fast unverständlich. Sie drehte ihren Kopf um un guckte an ihn, nervös, aufgeregt. ''Was?'' konnte si nur artikulieren. Er blieb nur still, ohne eine Antwort auf ihre dumme Frage zu geben. Seine ruhigen, sanftigen grünen Augen begegneten ihre; diese zwei dunkle, blitzende, wie glühende Kohlen. Ein elektrisches Gefühl durchfloss ihre Wirbelsäule. Er lächelte, besser gesagt, halblächelte. Dieses Lächeln schaffte sie. Sie fing an zu zittern; und es war nicht die kühle Nacht was sie zittern machte. Es war ihn.
Sie konnte es nicht fassen das sie beide jetzt dort wären, dort, zusammen. Sie biss sich die Unterlippe, blickte eine andere Richtung. Plötzlich spürrte sie seine Hand ins Gesicht, er streichelte sie indem sein Gesicht ein
änigmatisches Lächeln bildete. Sie zitterte weiter; atmete tiefer. Und dann, in diesem prezissen Moment, es geschah. Ihre Lippen fassten sich an und ein unendliches Kuss verhaftete Ihnen. 
überraschend fand sie sich selbst im Bett, schwitzig, unangenehm; un dann bemerkte sie das alles ein alberne Traum gewessen war. Lustlos stand sie auf und schaute auf die Uhr. Fünf Uhr Morgens. Sie zündete sich eine Zigarrete und ging Kaffee machen. Wasser kochte im Kochtopft. An anderer Seite des Landes er runzelte die Stirn und fragte sich wegen diesen komischen Traum, noch eine Zigarrette die sie sich anzündete und ein Telefon das es sich abhängte. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Ojos que no ven; Corazón que sí siente.





Podría decirse que  mi hábitat natural, de algún modo, acabó siendo la noche. Vivía las madrugadas hasta que el sol rozaba el horizonte con sus rayos y rasgaba el cielo, convirtiéndolo así en una eterna paleta de colores. 
Sólo me quedaba un rato más para ''observar'' como el pálido lila y el vívido naranja hacían esa increíble mezcla perfecta entre ellos, esa fusión maestra. Sonreía de lado y en ocasiones, no sé bien si por el cansancio acumulado o por la emoción del instante, una pequeña lágrima surcaba senderos mejillas abajo. 
Mientras tanto, durante las horas cubiertas de polvo de estrellas, yo vagaba por las calles angostas de esa ciudad, adoquines descarriados bajo mis pies, y luces de neón que que cubrían todo con su luz. Colillas de cigarrillos se amontonaban, peleándose unas con otras en las esquinas de las calles.  Inhalaba el aire nocturno. Era puro, era fresco, era frio. Cerraba los ojos, y una sucesión de imágenes se me venían a la mente, agolpándose, dándose patadas para ir pasando cada vez más rápido. De pronto, un sonido metálico me hizo volver en mi, a la tierra que tanto odiaba, al mundo al que en realidad, creía, no pertenecía. Siempre había pensado, que vivía de noche, porque no soportaba a la gente, y por eso evitaba al sol y lo que ello conllevaba. Llevar una vida común, normal; convivir con el resto de los mortales. No era cierto. Ese no era el verdadero motivo que me impulsaba a hacerlo. Pero eso ya lo descubriría más tarde. Levanté la vista, pero no vi nada. Ceguera la llamaban. Yo no la puse nunca nombre. Siempre me había gustado llamar a las cosas por otro nombre; ''eufemizandolas'' digamos. Pero la realidad era tan cruda, tan dura, tan desalentadoramente verdadera. Temía a la verdad, porque ello siempre implicaba problemas, y más en mi caso. Me negaba a ver las cosas como eran. Sí. También en el sentido literal de la palabra. 
Después del accidente, mis manos, acabaron por convertirse en lo que antes fueron mis ojos. Y mi memoria; mi memoria siempre ahí. Para rememorar los colores, las formas, las sombras y los contraluces, los cambios de tonalidad, el surco, la herida; las cenizas de lo que antes era vida. 
Ahora veía el mundo de otra manera. Mi mundo se guíaba por rugosidades, por tactos, por presiones e impresiones. Olores. Los olores eran mis nuevos colores, sólo que sin esa c, la ''c'' de ceguera. Sí. 
Recuerdo que aquella noche olía a patatas fritas rancias. Por extraño que parezca, me encantaba ese olor. Era peculiar. Siempre que entraba en aquel bar, y pedía una ranción de patatas con queso, la boca se me hacía agua.
Eran mis pequeñas rutinas. Esa, y el banco de la esquina de aquel parque. Era mi pequeño punto de referencia. Pasaba gran parte de mis noches allí, hasta que calculaba que pasadas dos o tres horas, el alba se acercaba, acechando tras las montañas. Desde aquel banco, que mi memoria recordaba verde intenso, veía todo el parque, como en años atrás. Me descalzaba las roídas zapatillas de loneta grises y sentía el tacto de la hierba bajo mis pies. 
Durante todas esas noches, la luna se convirtió en mi amiga. La susurraba secretos al oído, la consolaba con palabras de cariño. La sonreía y la lloraba. Y pensaba en mi antes, y en ese después rotundo e irrefutable. 
Esa noche fue distinta. Esa noche cambió la panorámica de mi mundo, la perspectiva de mi existencia. 
Después del sonido sordo y metálico, mis pies, como poseídos, tiraron hacia delante, paso tras paso, guiándose por el sonido de lo que parecía un contenedor de basura. 
Me pareció llegar a un callejón. Mi bastón y mis manos no decían lo contrario. 
Un hedor desagradable me inundo las narices. Olía a yogur agrio y a pescado podrido. Alguien rebuscaba entre la basura, lo notaba, notaba su presencia, y esa presencia era extraña, peligrosa en cierto modo. Un nudo se me ato a la garganta sin querer soltarse y de pronto, sin yo darme cuenta, algo que no era un nudo, se apoderó también de mi garganta. Era el filo de una navaja. 
Las siguientes frases podrían haber sido un ''La bolsa o la vida'', pero ya no lo recuerdo. Fue todo tan intenso, que al final, acabé por desmayarme. Retales de una vida pasaron por mis ojos invidentes en milésimas de segundos. Tan solo recuerdo el sonido sordo de monedas en el suelo y alguien que corría lejos. 
Al día siguiente, la luz del sol me despertó. Ese sol con el cual si concebía vida. Me ardía la frente, y las heridas internas. Me frote la cara con las manos, y fue entonces cuando como si de un milagro se tratase, volví a ver. Fue como si Jesús hubiera susurrado en mi oído un ''Lázaro, levántate y anda'', pero no tan literal. 
Por su puesto, no veía; pero empecé a ver más allá de todo lo material. Hacía unas horas estaba a punto de perder la vida, y ahora, aquí estaba. Sin ojos, pero con vista. Me acordé de todo aquello que conseguía arrancarme una sonrisa de los labios, y como por inercia, empecé a sonreir, sin motivo alguno. 
Aquel día, una luz se encendió en el mundo. La luz de mi mundo.
Un Edison que muere y una bombilla que se enciende. 

martes, 6 de marzo de 2012

Filósofos. ;)

Bosco García Rodriguez Nosequé Zubieta Yanomeacuerdo Aspiritzaga...
Que gracias por todo y más; que me has hecho llorar con esto, pero en el mejor de los sentidos.
Que como tu bien dices, todo empezó  una tarde de domingo, y espero que a pesar del tiempo y una posible distancia que pueda llegar a separarnos algún día, nunca acabe.



Bosco García Hoy, 21:47

Bueno, Lilly Jones. Son las 21:16 de la noche de una preciosa noche de martes y te escribo esto para decirte con una larga parrafada lo mucho que te quiero y te deseo el mejor cumple de tu vida (cosa que es una contradicción, porque lo haré año tras año), así que... *ejem*
Todo comienza una bonita mañana de... ¿domingo? En el bautismo-comunión-confirmación-llámalo x de Maitetxo. Conocí a la que a día de hoy sería mi Lilorrio, mi Lilly, mi Nerea, mi Amiga. Conectamos en seguida. Nuestro gusto por la historia, la filosofía, la ropa; hizo que congeniáramos en seguida y que hiciésemos unas migas de primerísima calidad.
Y es que según fueron pasando los días y los meses, cada vez íbamos descubriendo más cosas en común o, simplemente, cosas por las que nos gustaba estar juntos. Y bueno, por lo mucho que te quiero parece que cada vez me gusta más, porque con nadie se puede sentir lo mismo que contigo. Cuando hablamos, tengo la sensación de que podemos hablar de lo que sea, sin tapujos, sin movidas, y si de algo estoy seguro, es de que esto no es por otra cosa que por lo mucho que nos queremos y los buenísimos amigos que somos.
Sabemos cosas el uno del otro que ninguna otra persona sabe, que tal vez otros no comprenderían, y me encanta, porque es como si cada vez que estuviésemos juntos se formase un pequeño círculo bozco-lilorrio en el que nos podemos expresar como queramos, de la manera en que queramos, riéndonos de lo que nos apetezca, llorando de lo que no tanto, y marujeando de lo que tal vez no deberíamos. Y esto solo puede ser cuando las dos personas que lo hacen tienen tanta afinidad y confianza como tú y yo tenemos, que es máxima. Dudo encontrar a nadie en ningún otro lado con quien me sienta más a gusto, con quien me sienta más yo mismo, con quien me ría más o con quien disfrute más de cada segundo, aunque este sea completamente inútil y estúpido.
Ir de tiendas contigo se convierte en una super crítica de todo lo que se vende, transformamos una tarde de Drugstore en una cata de cervezas charlando sobre las cosas que nos apetece, y eso es porque como que "lillyzas" las cosas, cuando participas en algo le das ese toque personal que hace que nada me guste más que pasar un rato contigo, sea lo que fuere que estemos haciendo.
No creo poder encontrar a nadie con quien disfrutar tanto de cada segundo, y no solo por lo bien que me lo paso, sino también por la libertad de expresión que tenemos juntos al saber que, pase lo que pase, nos vamos a entender, nos vamos a apoyar, y nos vamos a querer más todavía que antes.
Te quiero por lo impresionante que eres, porque eres única, porque te has soldado en mi vida de manera que no concibo esta sin ti, y por lo mucho que sé que vas a estar ahí siempre.
Por esto y muchas otras cosas que o bien son indescriptibles con palabras o bien mi cerebro no me las quiere recordar, te deseo unos 17 inmejorables, que los disfrutes al máximo pensando mucho en tu amigo que te quiere más que a nadie, quien va a estar ahí PASE LO QUE PASE, apoyándote con lo que necesites; y que aproveches el día al máximo para que pase rápido y que el sábado llegue pronto para poder vernos y darte el hiper achuchón que te mereces.
Estoy para quedarme :)
Te quiere mucho, Bozco.

Yo si que te quiero, Bosco.
Por y para siempre sabes que voy a estar ahí.

Y aquí una de las canciones que nos ha unido. De los chicos de nuestro querido Kowalewicz.


Siempre.

martes, 28 de febrero de 2012

''Adivaledoiretsim'': No es sueco, es aún más complejo.

Existen ciertas cosas en la vida que lo cambian todo de una manera casi mágica.
Son cosas aparentemente sin importancia, aparentemente vanales, superficiales y estúpidas, pero que en el fondo de su simple naturaleza, guardan un significado que se encuentra más allá de todas las palabras que puede contener un diccionario.
Habría que inventar una palabra para denominar una de esas cosas. Una palabra con la que supiesemos que ese algo tiene un ''no sé qué que qué sé yo'' que nos hace estremecernos.
La inocencia en la mirada de un niño. Una voz ronca, rota y dulce al mismo tiempo, que canta al son del himno de la vida. Un color mágico, nuevo para uno mismo, la forma de un edificio, en la cual nunca te habias parado a pensar. La persona correcta, en el momento y el lugar incorrectos. Un sabor, un olor que traen recuerdos a la memoria y evocan todas esas cosas del pasado. Una melodía, triste, melancólica y a la vez, con ese  algo inexplicablemente esperanzador. Un juego de palabras que te sacan una sonrisa de los labios. Una pequeña broma del destino. Una mirada que parece no decir nada, pero que lo dice todo. Una sonrisa sincera, a corazón abierto. La profundidad del mar. El olor a pan recien hecho, el crujir de la gravilla bajo los pies, el sonido de la lluvia en los tejados de uralita. Una frase, una palabra extraña, que resuena como un eco en tu mente y abre la puerta a un interrogante. La banda sonora de el Rey León, de Carros de Fuego, de Titanic o Leyendas de Pasión. Una fotografia, el instante capturado para siempre.
Una película que consiga hacerte llorar y reir a la vez. El tacto de la arena mojada bajo los pies.
La rugosidad de las páginas de un libro. Los días grises. El sol metiendose entre las montañas. El vaho que sale de tu boca en los días de frio helador. Una caja olvidada que guarda recuerdos. El agridulce sabor de una pelea y su posterior reconciliación. Un beso. Una caricia. Un reproche cariñoso. El tacto de una camiseta vieja y desgastada. Tu plato prefrerido preparado con amor.
Perguntarse el por qué de ciertas cosas. La curiosidad hormiguenado en el estomago. El cansancio en los huesos, el hormigueo incensante en los ojos. Los abrazos de los mejores amigos. Las noches eternas, a orillas de un mar infinito.
El misterio de la vida.


Llamemos a esa palabra ''adivaledoiretsim''.

lunes, 20 de febrero de 2012

Sehnsucht.


          Es ese acorde, ese tímido rozar de dedos contra las teclas de marfil.
   Es esa melodía insólita, triste y a la vez conmovedora.
  Nostálgica. Esa es la palabra. Me gusta esa palabra.
Nostalgia. Nostalgia de ti.
Nostalgia de tus besos, de tu voz adormilada y ronca.
De tu sonrisa triste. De tus ojos oscuros, color futuro incierto.











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miércoles, 8 de febrero de 2012

De cómo los días se volvieron de un gris perla acentuado.

Da igual la hora que sea, eso dejó de importarme ya hace mucho tiempo. En realidad, ya nada importa. Después de esto, todo deja de cobrar sentido. O al menos, el sentido que segun mi parecer, las cosas deberían de tener.
La existencia es frágil, vulnerable, y con tan solo un toque de dedos puedes trastocarla, girar su rumbo o maniobrar su  timón y aligerar la marcha.
¿Qué es pues, ser, vivir, conlfuir con este mundo? Yo ya no sé dar respuesta a ninguno de los interrogantes que se me presentan como luces de neon ante mi vista.
Es, como si de alguna manera, una ceguera temporal ante la vida se hubiera apoderado de mi.
Algunos gustan de llamarla tristeza, otros consideran más correcto utilizar la palabra ''melancolía'', y luego están los extremistas, que suelen apodarla depresión.
Yo acostumbro a llamarla compañera del alma. Es cursi, es cómico, es trágico quizás. Pero ¿Qué otro nombre debería otorgarla?
La saludo cada día cuando salgo a la ventana. Respiro profundamente e inhalo el aroma fresco del invierno; la pequeña mezcla perfecta entre el olor a café por las mañanas, la madera quemada, y el asfalto húmedo.  Son cosas que antes, de un modo u otro, me hacían sentir viva. Sí, esa es la palabra.
Vida. Es como si en lugar de vivir, permaneciera en un trance constante y perpetuo en el cual, las lagrimas y un vacío insistente y aplacante fueran mis mejores amigos.
Ya os lo he dicho, los saludo por la mañana, mientras me fumo  de corrido el primer cigarrillo del día y me pregunto, ¿Hasta dónde irá esto a parar?