martes, 28 de febrero de 2012

''Adivaledoiretsim'': No es sueco, es aún más complejo.

Existen ciertas cosas en la vida que lo cambian todo de una manera casi mágica.
Son cosas aparentemente sin importancia, aparentemente vanales, superficiales y estúpidas, pero que en el fondo de su simple naturaleza, guardan un significado que se encuentra más allá de todas las palabras que puede contener un diccionario.
Habría que inventar una palabra para denominar una de esas cosas. Una palabra con la que supiesemos que ese algo tiene un ''no sé qué que qué sé yo'' que nos hace estremecernos.
La inocencia en la mirada de un niño. Una voz ronca, rota y dulce al mismo tiempo, que canta al son del himno de la vida. Un color mágico, nuevo para uno mismo, la forma de un edificio, en la cual nunca te habias parado a pensar. La persona correcta, en el momento y el lugar incorrectos. Un sabor, un olor que traen recuerdos a la memoria y evocan todas esas cosas del pasado. Una melodía, triste, melancólica y a la vez, con ese  algo inexplicablemente esperanzador. Un juego de palabras que te sacan una sonrisa de los labios. Una pequeña broma del destino. Una mirada que parece no decir nada, pero que lo dice todo. Una sonrisa sincera, a corazón abierto. La profundidad del mar. El olor a pan recien hecho, el crujir de la gravilla bajo los pies, el sonido de la lluvia en los tejados de uralita. Una frase, una palabra extraña, que resuena como un eco en tu mente y abre la puerta a un interrogante. La banda sonora de el Rey León, de Carros de Fuego, de Titanic o Leyendas de Pasión. Una fotografia, el instante capturado para siempre.
Una película que consiga hacerte llorar y reir a la vez. El tacto de la arena mojada bajo los pies.
La rugosidad de las páginas de un libro. Los días grises. El sol metiendose entre las montañas. El vaho que sale de tu boca en los días de frio helador. Una caja olvidada que guarda recuerdos. El agridulce sabor de una pelea y su posterior reconciliación. Un beso. Una caricia. Un reproche cariñoso. El tacto de una camiseta vieja y desgastada. Tu plato prefrerido preparado con amor.
Perguntarse el por qué de ciertas cosas. La curiosidad hormiguenado en el estomago. El cansancio en los huesos, el hormigueo incensante en los ojos. Los abrazos de los mejores amigos. Las noches eternas, a orillas de un mar infinito.
El misterio de la vida.


Llamemos a esa palabra ''adivaledoiretsim''.

lunes, 20 de febrero de 2012

Sehnsucht.


          Es ese acorde, ese tímido rozar de dedos contra las teclas de marfil.
   Es esa melodía insólita, triste y a la vez conmovedora.
  Nostálgica. Esa es la palabra. Me gusta esa palabra.
Nostalgia. Nostalgia de ti.
Nostalgia de tus besos, de tu voz adormilada y ronca.
De tu sonrisa triste. De tus ojos oscuros, color futuro incierto.











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miércoles, 8 de febrero de 2012

De cómo los días se volvieron de un gris perla acentuado.

Da igual la hora que sea, eso dejó de importarme ya hace mucho tiempo. En realidad, ya nada importa. Después de esto, todo deja de cobrar sentido. O al menos, el sentido que segun mi parecer, las cosas deberían de tener.
La existencia es frágil, vulnerable, y con tan solo un toque de dedos puedes trastocarla, girar su rumbo o maniobrar su  timón y aligerar la marcha.
¿Qué es pues, ser, vivir, conlfuir con este mundo? Yo ya no sé dar respuesta a ninguno de los interrogantes que se me presentan como luces de neon ante mi vista.
Es, como si de alguna manera, una ceguera temporal ante la vida se hubiera apoderado de mi.
Algunos gustan de llamarla tristeza, otros consideran más correcto utilizar la palabra ''melancolía'', y luego están los extremistas, que suelen apodarla depresión.
Yo acostumbro a llamarla compañera del alma. Es cursi, es cómico, es trágico quizás. Pero ¿Qué otro nombre debería otorgarla?
La saludo cada día cuando salgo a la ventana. Respiro profundamente e inhalo el aroma fresco del invierno; la pequeña mezcla perfecta entre el olor a café por las mañanas, la madera quemada, y el asfalto húmedo.  Son cosas que antes, de un modo u otro, me hacían sentir viva. Sí, esa es la palabra.
Vida. Es como si en lugar de vivir, permaneciera en un trance constante y perpetuo en el cual, las lagrimas y un vacío insistente y aplacante fueran mis mejores amigos.
Ya os lo he dicho, los saludo por la mañana, mientras me fumo  de corrido el primer cigarrillo del día y me pregunto, ¿Hasta dónde irá esto a parar?