miércoles, 30 de mayo de 2012

Palabras, que el viento no se lleva.

Revuelvo entre mis cosas en busca de un  pequeño cuadernito de notas ya casi olvidado. Lo encuentro, lo abro y busco ansiosa aquel texto que prometi algun día dedicar. 
Va por una pequeña pero gran personita. Por que muchas veces, lo pequeño, es grandioso; porque sabemos de sobra, que detrás de todo eso que parecemos, hay cosas asombrosas, increibles. 
Se lo dedico, porque, a pesar de todos esos malos encontronazos y enfados, la amistad  y las ganas de vivir, han ganado.
Izaskun, anda, va por ti. 



''Como Neruda bien dijo un día, es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Hace ya más de seis meses que me es imposible deslizar una pluma sobre una hoja de lo que antes era un árbol, vivo y fuerte; noble, robusto. Hace ya demasiado tiempo que las palabras me las robó el viento y las lágrimas el mar, que mi sonrisa se la guardó el sol en el bolsillo, y mi voz, ay de mi voz. Ya no afloran a mis labios palabras dignas de ser escritas sobre papel, no, ya no.
Es como si parte de mi se hubiera
marchitado; como si parte de mi hubiera muerto. Como si un vil pillo me hubiera robado la inspiración y se la hubiera llevado lejos, muy lejos.
Hace ya quizá demasiado, que de mis labios no brota ni florece una sonrisa, y al compás del baile de mi boca, mis ojos lloran de emoción.
Perdí la capacidad de admirarme por lo bello, y no sólo por lo bello, no; sino por lo que aparentemente no lo es; por todas esas pequeñas e insignificantes cosas que dan sentido a esta existencia tan absurda. No encuentro culpable al que acusar de mi pena; así que simplemente me limitaré a echarle la culpa al tiempo. 
Pues oí a un viejo sabio decir que ''El tiempo, no nos hace más sabios; tan sólo más cobardes.''